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“No sigas tu pasión…”

“Yo quisiera ser jugador profesional en la NBA. El basquet es mi pasión, pero sé que nunca voy a llegar a eso”.

En ningún momento seguir tu pasión debe entenderse como “ponte a hacer lo que más te gusta”. Además, esta frase asume que las personas tenemos una única pasión, lo cual, también está equivocado.

El ejercicio de introspección debería ser mucho más profundo, como lo sugiere @steven_kotler en su minilibro “Ferocity”. Tus intereses, junto con las cosas que te apasionan, deberían convertirse en un propósito en tu vida, para que, a su vez, se conviertan en un motor que te impulse a hacer cosas, y no sólo pensarlas o verlas desde la banca.

Ahora, una vez que hayas decidido que esa pasión es algo que vale la pena perseguir por medio de un emprendimiento, debes hacerte dos preguntas:

  • ¿Soy malo o soy bueno en esto? Si eres bueno felicidades, ahi la llevas y vas a ahorrar mucho tiempo y dinero en el proyecto. Si eres malo, decide si con esfuerzo vas a volverte bueno, y considera si ese tiempo puedes invertirlo en mejorar.
  • ¿Mi actividad/idea/proyecto tiene mercado? Si tiene mercado adelante. Persíguelo con todo lo que tienes y deja el pellejo en el campo. Si no tiene mercado vuelve a empezar la introspección.

Todos tenemos intereses que interseccionan con pasiones, que interseccionan con grandes problemas mundiales. Lo que significa que podemos encontrar una pasión capitalizable. Sólo se necesita chamba, mucha chamba para dar con ella…y luego, cuando la encuentres, más y más chamba.

Tómate un minuto para decirnos lo que piensas…

Quéjate de los millenials

Todo lo que quieras.

Y luego vamos a adentrarnos en una cosa positiva, de entre muchas, que tiene esa generación que ya es parte fundamental de la fuerza laboral.

Al tener tan arraigada la idea  que tienen de contribuir positivamente en el mundo, los millenials están buscando empresas en las cuales ese ideal pueda verse realizado.

La mala noticia para las empresas que han nacido por el simple hecho de hacer dinero es que eso no será suficiente para atraer ese nuevo talento.

La buena noticia para todos nosotros y el futuro de nuestro planeta, es que hay empresas que sí tienen un propósito organizacional positivo o, por lo menos, se han dado cuenta que lo necesitan.

Tener un planeta lleno de marcas y empresas con propósito y significado es justamente lo que hace falta para que las personas se sientan felices y exitosas, y así podamos vivir en un mundo de abundancia.

Tómate un minuto para platicarnos lo que piensas…

Como bodhisattvas

El Budismo Mahayana (el vehículo mayor) tiene una intención de llevar a todos los seres a la iluminación.

El bodhisattva es cualquier practicante de esta rama del Budismo que hace un juramento lleno de amor y digno de la más grande admiración: detiene su propia iluminación y jura trabajar por la iluminación del resto de los seres antes de llevarse a si mismo a alcanzar la propia. Cuánto amor y cuánto valor y desapego.

En HMT, con humildad y guardando toda proporción, hemos hecho un juramento inspirados por esa acción tan valiente y desinteresada de los bodhisattvas: no podremos sentirnos exitosos si no hemos primero hecho que nuestros clientes hayan alcanzado el éxito.

Por eso nos adentramos a lo más profundo de sus negocios y los hacemos nuestros. Entendemos sus preocupaciones y sus sueños. Buscamos en cada rincón oportunidades de reforzar e impulsar, de propulsar la empresa que nos abrió sus puertas y la gente que nos abrió sus corazones.

Al involucrarnos a estos niveles terminamos amando las empresas de nuestros clientes tanto como a la nuestra.

Su éxito es nuestro éxito. Sus sueños son nuestros sueños.

Sólo así se hace lo imposible por ustedes. Ustedes son nosotros. Y no descansamos hasta haber generado wow, hasta que lo entregado sea tangibly awesome.

La ferocidad y la resignación.

“Ya qué nos queda…” Y en ese momento de alza de hombros y voltea a ver a todos en la sala de juntas.

Es la frase que describe perfectamente el resultado que se obtendrá de lo que sea que tenga que hacer en ese momento.

Cada reto que se nos presenta es una oportunidad de extraer una gran cantidad de cosas: emoción, crecimiento, aprendizaje, capital político, favores. Es el hábito de verlos así lo que los convierte en una veta de oro.

Y ese hábito se construye, como bien lo ha descrito Steven Kotler en su mini libro el hábito de la ferocidad.

Seamos feroces. Al final del día seremos mejores y todos a nuestro alrededor deberían estar agradecidos por vivir con alguien feroz.