El poder de los rituales 1 de 2

Una serie de acciones , ligadas a un fin ulteriores, ayudan a la mente a seguir enfocada.

Las rodadas de Harley Davidson. Los disfraces en el estreno de cualquier nuevo episodio de Star Wars…

Los rituales ligados a las marcas, hacen que los miembros de esa subcultura sigan fieles a la comunidad a la que orgullosamente pertenecen.

Para el cerebro, los hábitos eficientan el uso de la energía: menos decisiones tienen que ser hechas. Los rituales ayudan a crear y mantener hábitos. El hábito de amar, comprar, usar y evangelizar.

La solución perfecta

Vamos. Por supuesto que no existe. Hay soluciones buenas y malas. Algunas tienen resultados positivos que duran mucho tiempo y otras de largo plazo. Pero ninguna puede llegar a ser la solución perfecta y definitiva.

Primero, tenemos que tomar decisiones con información incompleta. Es imposible contar con absoluto conocimiento, por lo que la solución siempre tendrá algo de Hail Mary.

Segundo, siempre tenía sesgos y preconcepciones de prácticamente todo en esta vida, aunque no tengamos idea de que estamos hablando. Esos sesgos nos llevan lejos de Jan decisión objetiva.

Tercero, el mundo cambia con cada segundo que pasa. Y la solución que se diseñó, es muy probable que nazca obsoleta o que tenga una vigencia bastante corta.

Pero ojo, no es para tirarnos al pesimismo. Es para dejar claro cuál es el factor determinante de supervivencia en las empresas (y las personas): una audaz afinidad por explorar retos autoimpuestos y permanentes. Y la agilidad para rediseñar y operar iterativamente ad infinitum.

Llame… ¡ya!

Si estás en el negocio de la consultoría, deberías esperar que tu cliente estuviera llamándote mucho.

Debería sentir la confianza para platicarte lo que le apasiona, lo que está sucediendo en el día a día y también lo que le quita el sueño. Y eso nunca va a pasar si no siente que eres parte de su empresa.

Para que el cliente sienta que eres de casa tienes que de verdad serlo, no hay medias tintas: o te enamoras de su negocio, lo entiendes, lo vives en carne propia, lo sueñas creciendo; o el compromiso a medias y el interés económico va a terminar por llevarlos a una relación de cuenta chiles, intercambiando minutos por centavos.

Si tu cliente te llama temprano por la mañana y te dice “Se me ocurrió ésto anoche, ¿cómo ves?”, sonrie y vuélcate en el tema.