Errores con consecuencias
Señalar, exhibir y castigar un error genera una cultura de miedo, apatía y bajísima creatividad y compromiso.
Por otro lado, hacer como que no existen los errores o que no tienen consecuencias, genera una cultura de descuido, falta de responsabilidad y, al igual que el otro extremo, resulta carísima.
Para que exista una intención de no cometer errores de los que se evitan fácilmente, las personas deben saber que si cometen esta clase de errores, entonces ellos deberán ser parte fundamental de su solución.
Un error cuesta arreglarlo. Cuesta en dinero, en tiempo, en desgaste emocional y hasta cuesta en clientes, por lo tanto, quien lo cometió deberá invertir alguno de los anteriores en su corrección.
No se trata de instituir una serie de castigos. Se trata de estar conscientes de que cualquier acción trae consecuencias. Si desde la infancia se entiende ésto, ese sentido de responsabilidad se lleva también a lo profesional. Y es esa conciencia de las consecuencias lo que nos impulsa a crecer, mejorar y perfeccionar nuestro carácter y habilidades.