Tag Ecosistemas laborales positivos

Elige impactar (positivamente).

Cuando empiezas a idear un negocio, una de las preguntas más importantes es: ¿Es simplemente una fuente de ingreso o estás haciendo ésto porque quieres hacer algo para mejorar la vida de las personas?

Cuando la respuesta es la primera, el negocio nace sin alma, sin un propósito. Es esta clase de negocios en los que la gente no encuentra un lugar en el cual sentirse a gusto y desarrollarse. Eso se nota en los servicios y productos desarrollados y, lo más importante, los clientes lo notan. Estos negocios, normalmente, tienen una vida corta y todos los involucrados al final sienten que han perdido su tiempo.

Cuando la respuesta es la segunda, se crea una cultura que fomenta el bienestar, tanto en colaboradores como en clientes. Sus servicios y/o productos son relevantes para sus clientes. Son las empresas que tienen un impacto en la vida de todos a quienes toca.

Las empresas que buscan mejorar la vida de las personas tienen una oportunidad de mercado que no se limita en tiempo ni en geografía, tienen una mayor libertad de maniobra ya que las personas que trabajan en ella están dispuestos a hacer hasta lo imposible por cumplir su propósito y no fallarle a sus clientes.

Para crear ese tipo de empresas, siempre, alguien, tuvo que haber tomado la decisión de tener un impacto positivo. Normalmente son más difícil de crear, diseñar y operar, pero ofrecen mucho más satisfacciones.

Dinos que piensas y sientes…

¡Qué bueno! Que se friegue…

“Qué bueno que le esté costando trabajo. Así las cosas caerán por su propio peso”.

Así me dijo un empleado de un cliente, refieriéndose a uno de sus compañeros.

La idea de que le vaya mal a una persona en una organización sea una buena noticia, habla de una descompsición en su cultura. Puede ser que dicha persona no ha sido el mejor compañero. Puede ser que ha destacado muy por encima de los demás. Puede ser que sea torpe, holgazán o malintencionado. Pero pensar que si le va mal algo bueno puede salir de ahí, es no entender la estrategia y las consecuencias negativas para el negocio. En el peor de los casos, es querer que le vaya mal a esa persona y al negocio.

Muchos empleados insatisfechos boicotean a sus propias empresas. Los niveles superiores ni se enteran. O se dedican a apagar fuegos sin saber qué los causó, o se dedican a subir la escalera corporativa ellos mismos. De cualquier manera, ¿cuál debería ser la respuesta correcta ante un elemento podrido?´¿Cuáles son los comportamientos que la organización propicia, al premiarlos o castigarlos, ya sea, de manera formal o informal?

Va una visión ideal: la persona que se ha percatado de ese elemento negativo se acerca a ella, intenta averiguar el problema, intenta apoyar para resolverlo, intenta integrar a ese elemento por medio de la empatía. Esa persona sabe que si le va mal a esa manzana podrida, le val mal al desempeño, se queda mal con los clientes y le va mal al negocio, lo cual rebota, siempre, en el resto de las personas.

Si lo anterior no surte efecto entonces deben exisitr los canales de comunicación adecuados para exponer las preocupaciones, soportadas de elementos objetivos.

Los líderes toman acción y transforman, tamizan o transfieren y en el último de los casoss, terminan la relación.

Pero todo eso únicamente sucede en una cultura abierta, honesta, positiva. Una cultura que impulsa el desarrollo de las personas. Que se preocupa por su bienestar.

Dinos lo que piensas y sientes…

Quéjate de los millenials

Todo lo que quieras.

Y luego vamos a adentrarnos en una cosa positiva, de entre muchas, que tiene esa generación que ya es parte fundamental de la fuerza laboral.

Al tener tan arraigada la idea  que tienen de contribuir positivamente en el mundo, los millenials están buscando empresas en las cuales ese ideal pueda verse realizado.

La mala noticia para las empresas que han nacido por el simple hecho de hacer dinero es que eso no será suficiente para atraer ese nuevo talento.

La buena noticia para todos nosotros y el futuro de nuestro planeta, es que hay empresas que sí tienen un propósito organizacional positivo o, por lo menos, se han dado cuenta que lo necesitan.

Tener un planeta lleno de marcas y empresas con propósito y significado es justamente lo que hace falta para que las personas se sientan felices y exitosas, y así podamos vivir en un mundo de abundancia.

Tómate un minuto para platicarnos lo que piensas…

Red de apoyo profesional

Cuando alguien sufre un acontecimiento desafortunado, es más fácil de sobrellevar, resolver y superar si se cuenta con una red de apoyo emocional.

Esta red de apoyo pueden ser familia, amigos, conocidos, vecinos y hasta grupos de face. Y sí sirven. Todo mundo que haya tenido el infortunio de haber pasado por un mal día y haya podido recurrir a su círculo de soporte puede corroborarlo.

Pero, ¿Y las empresas? Yo no he escuchado de ninguna empresa que cuente con una red de apoyo similar al de las personas.

Imaginen que una máquina de su planta truena, los más obvios sustitutos serían la competencia. ¿Tendrían la confianza de acercarse y pedirles su ayuda?

Si alguna o algunas de sus personas clave llegaran a ausentarse, ¿en qué situación los deja? Crisis total y absoluta.

¿Con quién estaría bien formar esta red? ¿Competencia directa? ¿Servicios similares en otros mercados? El simple concepto, ¿Es factible implementar en el mundo empresarial?

Me encantaría escuchar sus opiniones…

El día de la felicidad

Es, como mucho de lo que hablamos aquí, un método a seguir. Hay herramientas, tácticas, ejercicios y, lo mejor de todo, respaldado por ciencia.

La ciencia ha demostrado que meditar te hace más feliz; que ser agradecido te hace más feliz; que ejercitar tu cerebro para ver lo positivo te hace más feliz; que comprar experiencias en lugar de cosas te hace más feliz; que tener relaciones positivas con familia y amigos te hace más feliz; que tener un esquema mental positivo te lleva a funcionar mejor profesionalmente y generar mayores ingresos y no sufrir por carencias te hace más feliz.

¿Suena a mucha chamba? Lo es. Pero con las herramientas adecuadas se consiguen resultados casi asegurados.

La otra buena nueva es que también hay iniciativas que pueden implementarse en la empresa y desarrollar un ecosistema laboral positivo que propicie la felicidad en las personas.

Conclusión: en casi todos los casos, las personas tienen ahí el potencial para ser felices… sólo requiere chamba.

Vete al glaciar y déjate morir…

Existe un mito (aunque algunos no lo consideran un mito) que los Inuits, los eskimales, cuando llegan a una edad avanzada y ya no pueden producir más de lo que consumen, se van caminando hacia lo más desolado de su territorio y esperan ahí la muerte.

En nuestra posición, decir ya no puedo, ya a mi edad no puedo hacer algo nuevo, o simplemente decidir retirarse representa una sentencia de muerte. Casi como salir caminando al helado paraje de los Inuits.

Actualmente, empresas como @humanlongevity, @elevianinc o @celularity, están desarrollando tecnología para extender los años que una persona puede vivir, viviendo bien.

Pensar en una caducidad productiva es una de las principales causas que se correlacionan con la muerte. Es un cambio de esquema mental que parece indicarle a nuestro cuerpo que ya se puede preparar para abandonar esta vida.

Así de intenso y determinante para nuestro presente y futuro cercano es sostener esa intención de hacer algo grande. Contar con un propósito es el primer paso para mantener el motor encendido.

Conoce las expectativas

Una simple pregunta puede evitar muchísimos malos entendidos, tiempo y hasta clientes: ¿Qué esperas, o esperabas, obtener?

Cuando un cliente llega y te dice: “Esto no está funcionando” muchas veces ni siquiera sabe por qué no. Existe una posibilidad de que sea solamente un sentimiento o incluso una percepción equivocada.

Si es un sentimiento o una percepción, lo primero para poder corregir, es saber qué tenía en mente como resultado del producto o servicio. Ese es el primerísimo paso.

De ahí ya todo es más fácil: o se corrige para cubrir sus expectativas, o el cliente modifica sus expectativas con la nueva información, o de plano se termina la relación de negocios y cada quien sigue su camino.

Una cosa es segura: el cliente se sentirá escuchado y atendido. De facto, su nivel de satisfacción mejorará y se deja la puerta abierta a un entendimiento.

Un comentario final. Si el cliente estaba feliz con el servicio o producto, y de la noche a la mañana cambió de parecer, levanta la antena para ver quién fue el gran “consejero” que con sus opiniones hizo que tu cliente desviara su camino…A ese personaje hay que atenderlo también.

Dueño de tus decisiones

En el top 10 de cosas liberadoras.

Si tomaste una decisión hazte dueño de ella y de sus consecuencias.

Pensar que alguien, o algo más, nos orilló a tomar una decisión nos vuelve espectadores y nos saca del círculo de control sobre lo que hacemos y lo que nos pasa.

El problema con esto es que, tener en la mente todos los escenarios y las razones por las cuales ese alguien o algo nos puso en esa situación, es desperdiciar recursos valiosísimos en una tierra infértil.

Una vez que tomamos control sobre lo que decidimos y lo que nos pasa, todos esos recursos se liberan y podemos usarlos para lo que verdaderamente importa: estar a la altura de nuestras propias vidas.

El remedio contra la depresión del domingo en la noche

¿Te ha pasado que dan las 4 o 5 de un domingo en la tarde y empiezas a estar ansioso?

Pasa en los estudiantes y en los profesionistas. Esta ansiedad de domingo en la tarde puede ser evitada con un remedio sencillo: emoción por el lunes.

Si logras encontrar algo que te apasiona, que busques hacerlo por gusto más que por dinero. Si has logrado brincar ese estado de tener un trabajo sólo por “tener chamba”, entonces haz encontrado un propósito a tus días, y el domingo en la tarde se convierte en ganas de que llegue el lunes.

El otro remedio que conozco es que tengan bebés, y así deja de existir el concepto de día y noche, semana, fin de semana…

Errores con consecuencias

Señalar, exhibir y castigar un error genera una cultura de miedo, apatía y bajísima creatividad y compromiso.

Por otro lado, hacer como que no existen los errores o que no tienen consecuencias, genera una cultura de descuido, falta de responsabilidad y, al igual que el otro extremo, resulta carísima.

Para que exista una intención de no cometer errores de los que se evitan fácilmente, las personas deben saber que si cometen esta clase de errores, entonces ellos deberán ser parte fundamental de su solución.

Un error cuesta arreglarlo. Cuesta en dinero, en tiempo, en desgaste emocional y hasta cuesta en clientes, por lo tanto, quien lo cometió deberá invertir alguno de los anteriores en su corrección.

No se trata de instituir una serie de castigos. Se trata de estar conscientes de que cualquier acción trae consecuencias. Si desde la infancia se entiende ésto, ese sentido de responsabilidad se lleva también a lo profesional. Y es esa conciencia de las consecuencias lo que nos impulsa a crecer, mejorar y perfeccionar nuestro carácter y habilidades.